La Fundación Rodríguez Acosta es uno de esos rincones de Granada que a veces pasan desapercibidos o se dejan para una futura visita a la ciudad. Emplazada como si de una atalaya se tratase, a escasos metros de las Torres Bermejas, una vez se ha entrado en este carmen sorprende la singularidad de un espacio que recuerda a las pinturas de Giorgio de Chirico.
En los jardines se disfruta de una calma que va más allá de los patios andaluces, es una calma mística más próxima a los claustros monacales que a los cármenes granadinos. La arquitectura de la Fundación es asombrosa, mezclando elementos del más puro clasicismo grecorromano con piezas medievales y líneas art déco. La magnitud del edificio es tal que tardó unos 15 años en ser construido, habiendo trabajado en él hasta 4 arquitectos que intentaron dar vida al sueño casi etéreo de José María Rodríguez Acosta.
¿Quién era Rodríguez Acosta y para qué construyó el edificio de la actual Fundación?
José María Rodríguez Acosta (1878-1941) fue de cierta manera un hombre muy de su época. Adinerado, sin preocupaciones pecuniarias, se dedicó a las cosas que más le gustaban: pintar, viajar y coleccionar. De ahí surge el carmen que hoy es Fundación, del deseo de tener un estudio de pintura que también salvaguardase su biblioteca personal y los singulares objetos que había coleccionado tras volver de cada viaje.
Hoy en día la visita al inmueble en sí vale la pena -no deben pasarse por alto los túneles interiores, llenos de leyendas- pero también los objetos que atesora este edificio son de gran interés. Libros, máscaras, pinturas, muebles, esculturas y un montón de curiosidades que un día fueron sacadas de su anterior contexto para ser testimonios de la vida de Rodríguez Acosta.